RABIA
Rabia es una novela de terror/suspenso
psicológico escrita por Stephen King y publicada en 1977 bajo el seudónimo de Richard
Bachman. Fue retirada de circulación a principios del año 2000, por orden del
mismo King (algunos dicen que fue persuadido por su esposa Tabitha a hacerlo), pues
algunos sucesos presentados en los años posteriores a la publicación del libro
fueron atribuidos a este (adolescentes entraban a sus escuelas y tomaban como
rehenes a algunos de sus compañeros de clase o profesores, llegando a
asesinarlos). King dice que, si hubiera sabido que algunos chicos se tomaban el
libro tan en serio, jamás lo hubiera publicado. Personalmente, considero que no
se puede ir por el mundo censurando todo lo que sea violento o malo para las
personas, pues esto no evitará que sucedan cosas horribles a diario. No vivimos
en el paraíso exactamente ¿eh?
Es una historia fascinante de principio
a fin, es corta (alrededor de 200-250 páginas – dependiendo de la edición, yo
tengo la rustica de Martínez Roca que tiene 205 págs.), va al grano, no se anda
con rodeos. King la escribió en sus años de gloria, donde su juventud le hacía
tener esa potencia para escribir con tenacidad, fluidez y una increíble imaginación.
La novela nos mantiene en suspenso,
nos expone la locura, nos hace dudar de la cordura, nos mantiene en constante tensión
y horror. Algunas veces nos justifica los actos del protagonista, nos lleva por los
caminos de la oscuridad hasta hacernos llegar a la comprensión del ser humano:
sus temores, sus miedos, su deseo de libertad, de comprensión, de cariño, de tener
a alguien que nos ofrezca la mano para sacarnos del vacío. Trata sobre un tema que
estamos viviendo hoy en día (y no hablo de los tiroteos ocurridos
lastimosamente), pues en las escuelas se ve bullying,
estrés, envidia, odio, maltrato físico y psicológico. Todo esto en su mayor expresión.
¿DE QUÉ VA?
Charles Decker es un adolescente con
problemas en su vida personal; ha tenido peleas con su padre, es una persona solitaria, y
ha sufrido de bullying en la Escuela
Secundaria de Placerville. Ha estado aguantando todo esto durante mucho tiempo, hasta que un día no resiste más y explota: le hace daño a uno de sus
profesores. El incidente hace que casi lo expulsen de la escuela, pero en ese
momento, comprende que ha llegado la hora de un cambio definitivo en su vida.
Un día, el Director de la escuela
llama a Charlie a su oficina, pues ha tomado una determinación sobre el futuro
del muchacho en la escuela y pretenden expulsarlo. Pero Decker ya sabía que esto
podría ocurrir, por lo que días antes de que ocurriera había tomado el arma de su padre con un par
de cartuchos y la había guardado en su casillero de la escuela. Así que baja de la
oficina del Director, va a su casillero, saca la pistola con los
cartuchos, le prende fuego al casillero y se dirigió al aula donde están sus compañeros de clase con la profesora de matemáticas, la señorita Underwood
(la cual no es del agrado de Charlie).
Aquí comienza el relato en todo su
esplendor, el terror psicológico sacado de la mente de King en sus años de
gloriosa imaginación. Charles Decker toma como “rehenes” a sus veinticuatro compañeros de
clase. El Director, tras comunicarse por el intercomunicador del aula y
enterarse de lo sucedido, pretende hacer entrar en razón a Charlie, pero Decker
no está dispuesto a dejarse manipular nunca más en su vida, tiene al toro por
los cuernos y termina destrozando psicológicamente al Director en la
conversación. Nunca se había sentido tan vivo en su vida.
Charles comienza a interactuar con sus
compañeros de clase, contando anécdotas personales sobre sentido de la vida, e
intenta explicar las razones por las que está haciendo todo esto. Mientras
tanto, ya han llegado los bomberos, la policía, los periodistas y todo un grupo de
personas que quieren saber lo sucedido.
Después llega el turno del psicólogo
de la escuela de persuadir a Charlie por medio del intercomunicador, pero Decker es
más contundente y logra "vencerlo" a través de unas palabras y unas amenazas
psicológicas perfectas.
A medida que transcurre el tiempo,
Decker interactúa cada vez más con sus compañeros y comienza a sacar sus
secretos y experiencias más íntimas a estos, mientras hace analogías sobre la vida y compara las distintas experiencias entre sí, exceptuando a Ted Jones, pues este es el típico
prospecto americano; es el guapo, atlético y conocido por todos en la escuela. Jones
pretende persuadir a Charlie para que los deje salir, pero Charlie tiene una
idea mejor; tratar de convencer a Ted de que tiene una razón suficientemente buena para
hacer lo que está haciendo.
Ahora es el turno del jefe de
la policía para intentar persuadir a Decker. Pero Charlie se ha alimentado de las
experiencias de sus compañeros y ha comprendido aún mejor el por qué está
haciendo todo esto, así que logra evitar al policía y lo persuade para que no
haga algo estúpido (gas lacrimógeno, disparos, intentos por entrar al aula,
etc.), pues amenaza con ir asesinando uno a uno a los alumnos si no hacen lo
que él dice.
Al paso de las horas, los alumnos
se sienten acogidos por el frenesí de Charlie, uniéndose en pro de conocerse a
sí mismos y a su vez conocer a los demás, a tratarse como seres humanos, con
capacidad de ser libres, iguales. Esto se desarrolla gradualmente, a medida que
Charlie va contando su historia de vida y ellos le cuentan la suya, a excepción de Ted, que se rehúsa a “entrar en ese juego”, por lo que Charlie
buscará la forma de forzarlo de una manera implacable e inesperada.
Cada palabra, cada acto, se convierte en un mazazo implacable contra las
prevenciones sociales, y todo ello en un clima de creciente tensión.
El final de esta novela es una
maravilla para el lector. El Terror psicológico toca su climax total. Se
desarrollará la historia y culminará magistralmente. Es una novela fascinante e
impactante.
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