lunes, 27 de febrero de 2017

Vigilado - Jim Cardozo (Relato)


VIGILADO

Jack despertó en medio de la noche empapado en sudor, sin saber lo que había estado soñando. Lo primero que recordó, fue haber estado soñando con un lugar donde todo parecía hecho por una computadora, se sentía como en un juego de vídeo donde todo se veía en 3D, con figuras geométricas a su alrededor. Con este pensamiento en su cabeza bajó a la primera planta de la casa, abrió la nevera, se sirvió un vaso de leche y volvió a su habitación rápidamente. Le tenía miedo a la oscuridad; más aún cuando tenía pesadillas como aquella. Hacía frío afuera y parecía que iba a haber tormenta, de esas donde la luna parece reflejar, como la luz de un campanario, las sombras más tenebrosas que esconde la noche.


Jack vivía en una antigua mansión ubicada a las afueras de Derry, la casa había sido propiedad de sus abuelos, pero su madre la había heredado después de la muerte de estos, los cuales Jack nunca llegó a conocer. Tenía ocho años, pero comprendía que los fantasmas no existían, pues su padre, quien había fallecido hace un año, le había recordado con tensos susurros al oído, que tanto Santa como el Diablo eran inventos de las Corporaciones para hacer dinero; como las películas. Jack no entendía nada de las Corporaciones, pero nunca había visto un fantasma, ni creía que existiesen más que en las películas. Fue justo viendo El sexto sentido cuando conoció a los fantasmas. Además, el niño de la película le hacía sentirse identificado. Aunque después de ver la película, su padre tuvo que volver a reprenderlo, pues despertaba en la madrugada gritando y con los pantalones y las sábanas mojadas.

Aquella noche –la de la leche-, Jack comenzó a sentirse extraño, creía que algo le había ocurrido en aquél sueño que no llegaba a recordar del todo. Además, este había sido distinto a cualquiera que hubiese tenido antes. El sueño era algo así: comenzaba con una sensación de desorientación, lo cual lo hacía sentirse asustado, pero era un pánico sin comparación alguna, luego llegaba a un lugar oscuro, de una extensión inimaginable, no se le parecía a nada de lo que hubiese visto antes, de repente comenzaba a moverse algo al frente suyo, pero lo que fuese que se estuviera moviendo no era reconocible. Las cosas que se movían se escondían en una especie de círculos fluorescentes en medio de la nada, entre espirales de luces que se movían a su alrededor. Aunque Jack no estaba seguro de si se encontraba allí realmente, o si estaba viendo todo esto a través de algo o de alguien. Cuando las cosas que Jack veía comenzaban a acercarse, estas crecían en forma; eran de un tamaño cada vez mayor a medida que se aproximaban, con ojos que no parecían ojos sino huecos amorfos de un color verdoso. Tenían cabezas oblongas y todo su cuerpo -por decirlo de alguna manera- era de un color plomizo. Cuando estas cosas comenzaban a producir sonidos, como para comunicarse, Jack despertaba. Lo último que oía era algo ininteligible.

Justo en el momento en que estaba recordando el sueño, lo asaltó el pánico al oír un fuerte estruendo. Un rayo había caído al lado de su ventana, deshaciendo un árbol que se inclinaba casi al borde de la casa. Jack sobresaltado corrió al cuarto de su madre, pero cuando abrió la puerta, se encontró con un sujeto alto y de aspecto extraño, no se alcanzaba a reconocer en la oscuridad, pero en ese momento otro rayo proyectó su luz y pudo reconocerlo: era su padre. En ese momento, el niño se desmayó.

Cuando Jack despertó se encontraba sobre la cama de un cuarto solitario. La habitación era totalmente blanca, tanto sus paredes, que no tenían ventanas, como el piso y el techo eran blancos. Solamente había una cama, en la que Jack yacía y nada más. Una luz intensa le apuntaba directamente a la cara, la cual le hacía sentir desubicado y muy débil. Pero cuando comenzó a llamar a su madre, entró un hombre de cabello blanco y una bata blanca de doctor. Tenía aproximadamente unos sesenta años. Se sentó en el regazo de la cama y saludó a Jack:

-Jack Connor Jr., ¿cómo te encuentras esta mañana?
-¿Quién es usted? –Repuso Jack.
-El Dr. Karras, John Karras. Estás en el Centro de Diagnósticos del Ejército en Derry.
-¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está mamá?
-Tu madre se encuentra bien, está en este mismo edificio. Verás… -empezó a decir el médico, pero Jack le interrumpió.
-¡Quiero verla ahora mismo! –sonó casi como un grito ahogado.
-No te preocupes, estará aquí en un momento, pero primero queremos saber cómo te encuentras -el rostro del médico era adusto-, y hacerte algunas preguntas.
-¿Por qué? -se alarmó el niño- ¿Me encuentro enfermo?
-No, nada de eso pequeño, simplemente queremos hacerte unas preguntas acerca de tu padre -sonrió afablemente.
-¿Mi papá? ¡Él está muerto! –Sintió un vacío en el pecho.

Pero el Dr. Karras siguió como si no hubiese escuchado al niño.

-Creemos que tu padre no está muerto y que tiene algo que nosotros queremos, mejor aún: necesitamos.
-Yo no sé nada de nada, sólo sé que mi padre está muerto –se enjugó los ojos.
-Ya -dijo el médico-. Pero insistimos en realizarte unas preguntas. Verás; no querrás que le pase algo a tu madre… -empezó a decir el doctor, pero Jack había comenzado a sollozar.
-Sabemos que tienes sueños extraños -continúo el doctor- y queremos saber de qué se tratan -parecía no importarle la tristeza del niño.
-Yo… -comenzó Jack, pero se quebró. Salió el llanto.
-Todo estará bien si nos ayudas con esto, para ti y para tu madre... -el Dr. Karras se interrumpió un momento, luego siguió:- quizás también para tu padre.
-¡Él está muerto! –Gritó el niño, que no quería estar en ese lugar.
-Sólo responde a mi pregunta -el médico no cambió su semblante.

Jack intentó contar su extraño sueño, titubeaba un poco y se detenía a recordar, tuvo que secarse las lágrimas un par de veces, pero al final pudo contar lo sustancial. Cuando terminó, el Dr. Karras lo observaba minuciosamente.

-Verás –comenzó el Doctor-, tu padre no es lo que aparentó en vida, no era normal… y estos sueños que tuviste, no fueron en realidad sueños; los viviste. Al principio no era tu padre el que te hablaba en sueños, pero después de su “muerte” –al decir esta palabra hizo un ademán con los dedos para poner en duda lo ocurrido- creemos que ha estado intentando comunicarse contigo. Hay más como tú, todo este piso está lleno de niños de tu edad; sus padres son Visitantes, como el tuyo Jack.

Jack creía estar en otro sueño aún peor que el anterior, veía los labios del doctor cada vez que este hablaba para entender mejor lo que decía, sin embargo, cada vez entendía menos. ¿Visitantes?, ¿mi padre no está muerto?, ¿dónde está mi madre?

-Quiero a mamá aquí –dijo por fin el niño-, ¡ahora!.
-Creo que eso no será posible por ahora -respondió el médico sin vacilar-. Tu madre está en cuidados intensivos: tu padre intentó asesinarla.

Jack no creyó haber entendido esto último, la palabra lo asaltó como una bofetada: ¡ASESINATO!.

-Sé que todo esto te parece muy extraño -siguió el doctor- y estás confundido en estos momentos. Pero tienes sangre de Visitante; eres resistente a todo, tu coeficiente intelectual es muy superior al de los demás niños de tu edad. Supongo que no te sorprenden estas cosas que te estoy diciendo Jack.

Jack había sido el mejor de su clase desde que tenía memoria, había sido ascendido dos veces a cursos superiores por tener mejores dotes que sus compañeros de curso, no le gustaban los números pero le resultaba muy fácil resolver las operaciones que sus profesores le pedían que resolviera.

-Es por eso que necesitamos tu ayuda –prosiguió el médico-, tu padre ha desaparecido de nuestros archivos hace un año, lo teníamos vigilado como a los otros, pero escapó; planeó su muerte y ahora quiere regresar con los de su especie para apoderarse de todo.

El niño ya no prestó atención, se sumergió en un sueño profundo del cual no quería regresar. Se desmayó.

Al despertar, Jack se encontraba en su casa, acostado y con el pijama de Darth Vader que tanto le gustaba. En la mesa de noche se encontraba su vaso de leche a medio acabar. ¿Había sido un sueño? ¿Qué había sido un sueño? Era domingo y no había día de escuela. Miró su reloj de pared; eran las diez de la mañana y su madre estaba friendo los huevos del desayuno en el piso de abajo. Olía estupendo y Jack ya no pensaba más en sueños extraños. Cuando se levantó para bajar a desayunar, vio una nota al lado del vaso de leche que decía:

“NALIGIV ET”

Cuando se disponía a bajar para preguntarle a su madre respecto de la nota y tomar el desayuno, lo vio. Leyó la nota al revés.



Jim Cardozo, abril del 2016.


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